1748. Jueves, 20 enero, 2011

Capítulo Milésimo septingentésimo cuadragésimo octavo: “Quien no ha caído nunca no tiene una idea justa del esfuerzo que hay que hacer para tenerse en pie”. Eduard Douwes Dekker, 1820 - 1887; escritor alemán)

Leo una noticia sobre un hotel que no admite niños. La crónica iba reforzada por unas conciliadoras declaraciones del dueño “estoy harto de que los críos pongan sus sucios zapatos en los sofás, sus sucias pezuñas en las paredes, estoy harto que vayan arriba y abajo corriendo, chillando y molestando a los demás”. La importancia que el periódico le ha dado a la noticia me ha hecho sospechar que más de uno de los responsables de la publicación se ha alegrado. Porque, noticia, apenas lo es. Hace años que existen en todo el mundo, incluidos los países más civilizados (curiosamente los primeros en poner estas normas) hoteles que no admiten niños. Ante la posibilidad de escoger entre un hotel con niños o un hotel sin niños, pocas dudas. Y el cliente siempre tiene razón.

¿Qué los chavales no tienen la culpa, sino los padres que no saben educarlos?. Evidentemente. ¿Qué algunos chavales bien educados –haberlos haylos- saben comportarse y que pagan justos por pecadores? Pues sí. es verdad. La vida es injusta. Que paguen justos por pecadores es, según hemos aprendido a lo largo de los años, norma básica de la existencia humana.



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