1732. Lunes, 13 diciembre, 2010

Capítulo Milésimo septingentésimo trigésimo segundo: “Encanto es lo que tienen algunos hasta que empiezan a creérselo” (Simone de Beauvoir, 1908 - 1986; novelista francesa)

Aunque ya tengo una edad no me falta imaginación, pero me resulta un tanto iluso intentar describir paraísos imaginarios. Sobre todo porque el mío lo tengo cerca, muy cerca. El paraíso sigue estando en su piel del color de la leche que mantiene vivo mi deseo después de tantos años. El paraíso es poder sumergirme en la claridad de sus ojos y nadar en su inmensa profundidad. El paraíso se muestra en la calidez de sus manos y en la apacible acogida de sus abrazos. El paraíso está en la suavidad de sus labios y en la natural espontaneidad de sus besos. El paraiso es...

Venga, bah, no sigo, pero es que hoy me apetecía ponerme cursi, muy cursi. Es mi regalo de cumpleaños, precisamente el día de su cumpleaños. Porque, aunque estos días he podido comprobar qué razón tenía Mario Benedetti cada vez que afirmaba que cuando creemos que tenemos todas las respuestas, viene la puta vida y nos cambia todas las preguntas, uno sigue siendo así de gilipollas. O peor, mucho peor, un gilipollas enamorado hasta las trancas. Y sin remedio.

!Ah! Lo importante: cuidado con las subidas de azúcar. Algo tan remilgado y empalagoso como este post, la tiene que disparar seguro. Por muy baja que uno la tenga.



...estraperlo

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