1683. Lunes, 27 septiembre, 2010

Capítulo Milésimo sexcentésimo octogésimo tercero: “Y se me escapa la vida / ganando velocidad / como piedra en su caída” (Jorge Guillén, 1893 - 1984; poeta español)

A pesar de mi animadversión hacía todo lo que provenga de la ciencia parasicológica por excelencia, la psicología, tengo que reconocer que alguna vez hasta pueden llevar razón en algunos de sus eternos desvaríos. Aunque sea de casualidad.

Dicen estos suniñoesmuylistoperounpocovago que la etapa más creativa de la vida empieza a los 40. Estoy de acuerdo. Así, expertos en el tema como Eric Ericsson (1902-1994) o George Nelly (1905-1967) afirman que la mente juvenil es más innovadora en el aspecto crítico, pero que la madura es más fructífera y positiva a la hora de construir. Por ejemplo, desde que se fundaron los Nóbel, la Edad Media de los premiados ha pasado de 34 a 39 años. Y entre los inventores, el promedio para el registro de la primera patente ha subido a razón de siete meses por década. Una explicación para este envejecimiento creativo se apoya en que las condiciones de vida han mejorado y, por tanto, el estado físico en la madurez, permite que en esta se exprese la creatividad mezclada con la experiencia. Ya en otras épocas, las personas que llegaban a mayores con buena salud creaban grandes obras: Leonardo pintó La Gioconda a los 60, y Cervantes escribió las Novelas Ejemplares y la segunda parte del Quijote con más de 60.

Tengo tendencia natural a pensar lo contrario de lo que sueltan los (charlatanes) de los psicólogos, pero lo cortes no quita lo valiente y esta vez tienen toda la razón del mundo. Por la cuenta que me tiene en un día como hoy en el que me cae un año más, como una losa... y se me escapa la vida / ganando velocidad/ como piedra en su caída.



...ok

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