1616. Lunes, 17 mayo, 2010

Capítulo Milésimo sexcentésimo decimosexto: “La astucia del que no tiene astucia es la paciencia” (Proverbio árabe)

Da igual lo que pensemos. Un montón de políticos mediocres se empeña en mostrarnos su interés por bailar la rosca del acomodo de sus intereses, mientras se guardan de que los aspirantes al mando en plaza no les muevan el sillón de las benditas prebendas que gracias a nuestra apatía disfrutan. Así nos va. Pues luchemos contra ellos. Pongámonos manos a la obra para intentar (en la medida de lo posible) equilibrar el cada vez más escaso sueldo que dicen que nos corresponde, a la cada vez más agotadora actividad laboral que se empeñan en solicitarnos. Va un sencillo ejercicio (directamente sacado de una de esas revistas científicas) y que, aunque ya apareció por aquí alguna vez -los lunes son asín-, merece la pena practicar de vez en cuando para, al menos, desahogarnos ante su descaro.

1. Coger una hoja de papel y un lápiz.
2. Contar el número de letras que tiene el propio nombre; si son más de siete, se resta 2.
3. Hacer lo mismo con el apellido.
4. Multiplicar ambos resultados.
5. Escribir el número en la hoja.
6. Arrugar el papel .
7. Intentar encestarlo en la papelera.

Ya sé que en los tiempos que corren está feo decirlo, pero yo trabajo (sólo) porque a final de mes me pagan, sino fuera por eso ni se me ocurriría venir aquí cada mañana. Y si me van a pagar menos -que me puede parecer hasta bien tal y como están las cosas-, también es lógico que tenga que trabajar menos. Los vagos de nacimiento, de vocación o, como es mi caso, de las dos cosas, también tenemos cuentros principios. Y sí, tengo sueño, estoy medio dormido y (algo) cabreado. Lo normal de un lunes.



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