1551. Jueves, 4 febrero, 2010

Capítulo Milésimo quingentésimo quincuagésimo primero: "Lo más importante que aprendí a hacer después de los cuarenta años fue a decir no cuando es no". (Gabriel García Márquez, 1927; escritor colombiano)

Ya desde la escuela nos enseñaron que los nombres podían llevar unos sufijos indicativos de aumento o disminución (-ón, -azo, -ote, o -ito, -illo, -ico, -ín, etc.). Después, cuando fuimos haciéndonos mayores y en la Universidad aprendimos algo por excepción, supimos que esa regla no era tal, pues muchas veces se la saltaba a la torera la mismísima gramática significando incluso lo contrario. ¡Y mira que se pueden poner ejemplos!

Según lo dicho, el aumentativo de "pelo" sería "pelón". Pues no, señor. "Pelón" es precisamente el que no tiene nada de pelo, el que carece de él o tiene muy poco. El aumentativo de "rabo" sería "rabón", que no significa cabalmente el que tiene un rabo muy largo o grande, sino el que se ve privado de él o lo lleva muy corto. "Cabrón" no es el aumentativo de "cabra" simplemente, sino el macho cabrío, beche u otros muchos afines que se preocupan de las demás parejas, menos de la suya. "Plumón" no lo es de "pluma", sino muy al contrario, la pluma más delgada y suave, o el colchón de esa pluma y que él, a su vez, tampoco lo es de "colcha". "Pulgón" y "ratón" no lo son de "pulga" o "rata" o de un "rato" largo hablando, sino que se trata, respectivamente, de un insecto parásito o un roedor, por lo general, más pequeño que la rata. "Capón" no es una "capa grande" que abrigue, resguarde y cubra a alguien o salgo, sino, paradójicamente, el que ya no puede cubrir a nadie y se queda como comestible navideño. "Coñón" dícese de la persona burlona o bromista, y "coñazo" es esa misma persona o cosa pesada y molesta y que ignoro por qué vericuetos aparentan los aumentativos del "coño" femenino.

Anda y que no nos meten cosas inútiles en la cabeza.

... peligroso realismo

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