1547. Viernes, 29 enero, 2010

Capítulo Milésimo quingentésimo cuadragésimo séptimo: “Todo es posible, a menos que no lo sea. (Proverbio italiano)

No soy yo muy aficionado a la moda de tatuajes, piercings y/o demás mutilaciones corporales, pero tal y como están las cosas por esos mundos de dios, colocarse -es un suponer- una argolla en el pene, no deja de ser un juego de niños si lo comparamos con ciertas aficiones a las que parecen estar abonados por otras latitudes.

Cierta tribu aborigen australiana, adoradores ellos de un dios que se presenta bajo la forma de un lagarto, tienen la costumbre de dividir el pene de sus miembros por la mitad, desde el glande hasta la base, para que su falo se parezca lo más posible al de su ídolo.

Un ídolo que, como buen saurio que se supone que es, tiene dos penes, como la mayoría de estos simpáticos animalitos, por aquello de las dificultades que tendrían para la penetración debido a su rígida cola si sólo tuvieran uno.

Alguien debería decirle a estos simpáticos australianos que "dos" suele ser la suma de "uno" más "uno", pero nunca de "uno" partido a la mitad. De todas formas dos a la vez tienen que tener su encanto.

Supongo.

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