1412. Viernes, 29 mayo, 2009

Capítulo Milésimo cuadringentésimo duodécimo: "Mas ata pelo de coño que maroma de barco". (Refrán español)

Que las películas porno han marcado más de lo que parece la vida de la gente normal, da buena cuenta la moda que se estableció ya hace algunos años en relación al rasurado de nuestras zonas nobles. Hace unas décadas, a nadie se le hubiera ocurrido pasar ni una simple tijera por semejantes sitios (si acaso algún depilado a la brasileña por aquello del agosto en Benidorm) pero bastó ver aquellas películas, tan llenas de tacones de aguja y collares de perlas como ausentes de pelos, para que se pusiera de moda el criterio capilar que lucían estos grandes genios de la interpretación y virtuosos del dialogo.

Ahora parece que las cosas van cambiando. Dicen que el pelo vuelve. Normal. La ley del péndulo siempre hace de las suyas. Lo que antes era extraño, y por lo tanto atractivo, pasó a ser habitual y ha dejado de ser original. Ya no triunfan los rasurados, ahora triunfan los pelos corto que estén bien cuidados. Lo apuntan algunos especialista en el tema a través de varios artículos publicados en las más prestigiosas revistas del sector.

Y llegados a este punto es cuando me pregunto cómo es posible que gente adulta, a la que se le supone madura y responsable, sea capaz de perder el tiempo con semejantes gilipolleces. Yo el primero.



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1411. Jueves, 28 mayo, 2009

Capítulo Milésimo cuadringentésimo undécimo: "Detrás de cada cursi siempre se oculta un canalla o un embustero" (Carlos Castilla del Pino, 1922 - 2009; psiquiatra español)

El otro día leí la crítica de un pavo animando a sus lectores a probar cierta exquisitez que, recién incluida en la carta de un famoso restaurante, pasaba por ser el sándwich más caro que hasta ahora se había creado.

Será cosa de la costumbre, pero preferir un sándwich de pan de molde, por muy relleno que esté de buey de kobe, trufa blanca, jamón de Jabugo, pollo negro francés y mayonesa casera (eso sí, con nombre propio - platinum club sandwich- y a 150 euros la pieza) a un bocadillo de calamares de (casi) cualquier bar de barrio (sin nombre y a 1,95 euros) es como preferir un Ferrari a un burro.

Parece que algunos hemos nacido para pobres.

... dejarte en la estacada

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1410. Miércoles, 27 mayo, 2009

Capítulo Milésimo cuadringentésimo décimo: "De un laberinto se sale. De una línea recta no" (Andrés Neuman, 1977, escritor argentino)

Es una de esas afirmaciones que cuando te vas haciendo mayor adoptas como propia y hasta la conviertes en incuestionable verdad: “los niños ya no saben divertirse como antes.. cuando nosotros teníamos su edad...

Pues igual. Los niños ahora son tan felices (o tan infelices) como los demás éramos entonces. Es verdad que los pobres angelitos que les ha tocado vivir en estos tiempos en vez de una cadena de televisión (que apenas funcionaba unas horas al día) tienen, para entretenerse, doscientastreintaytresmil en sesión continua; que en vez de tener que echar una instancia en forma de conferencia para hablar con alguien por teléfono, no tienen más remedio que hacerlo por un móvil con internet, cámara, mp3 y localizador gps incluido; que en vez de disfrutar en la cocina -sin posibilidad de escapatoria que el dormitorio era sólo para dormir - de la grata compañía de las broncas de tu madre (con el sonido de las batallitas de la abuela de fondo), ahora pueden irse a su habitación a descubrir el porno mientras chatean por messenger; y bien cierto es que ahora los pobres hijos no tienen más remedio que cargar con la responsabilidad de tener que elegir entre miles de productos en impersonales centros comerciales cada vez que se les antoja algo, cuando antes la tienda de la esquina, en la que había lo que había, te ahorraba tan engorroso trámite.

Pero llegado a este punto siempre nos queda el autoconvencimiento: “sí, es verdad, ahora los niños tienen más cosas, pero nosotros nos divertíamos más.. juntos, con la imaginación y una caja de zapatos, construíamos un mundo..." Claro, sí, es verdad. Los juegos de antes eran mucho más participativos. No teníamos conexión wifi para jugar al mariokart con la nintendods del vecino pero intercambiábamos pedradas los fines de semanas (los fines de semana impares sólo) con los del bloque de enfrente; no tendríamos clases de karateinglésteatroynatación pero envolvíamos bolsas de leche vacías, las poníamos en un palo y, después de prenderles fuego, hacíamos que cada gota ardiendo coincidiera con una hormiga para así poder escuchar el ruido que hacían achicharrándose... mientras practicábamos, en un festival de participación y compañerismo, quien se tiraba el eructo más gordo (que, por cierto, siempre ganaba Paulino).

Yo creo que fui feliz en mi infancia, pero cuando descubro la inmensidad del mundo en el que ahora vivo... creo que nací demasiado pronto. Justo la misma sensación que van a tener la mayoría de los que ahora son niños dentro de cuarenta años.

... jauja

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1409. Martes, 26 mayo, 2009

Capítulo Milésimo cuadringentésimo noveno: "Todo amante es un soldado en guerra" (Publio Ovidio Nasón, 43 a. C. - 17 d. C.; poeta romano)

Hay quien está empeñado en negarlo y hay quien se pasa diez horas al día dando la tabarra con lo mismo. Sin embargo, para la gran mayoría, abonados al dentro de cien años todos calvos, eso del “cambio climático” nos resulta una preocupación bastante relativa. Y es un error, las consecuencias, para unos positivas y para otros muy negativas, están empezando a afectarnos a todos. Ya.

Apuntan los expertos que uno de los primeros efectos del famoso cambio está siendo la espectacular bajada en la producción mundial de cebada. Baja la producción, sube el precio. Cebada, uno de los ingredientes fundamentales de la cerveza: sube el precio de la cebada, sube el precio de la cerveza. En poco tiempo, la cerveza pasará a ser un bien escaso, cada vez más caro, y del que muchos no tendrán más remedio que prescindir.

Para algunos una verdadera tragedia. Para otros, en cambio, algo positivo ya que redundará en la salud de la población y, sobre todo, en su estética. El adiós a la barriga cervecera puede ser una realidad en pocos años. Cosas del cambio climático.

... azul y rosa

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1408. Lunes, 25 mayo, 2009

Capítulo Milésimo cuadringentésimo octavo: "Al entrar en sociedad deben cogerse las llaves del corazón y meterlas en el bolsillo; los que las dejan en su sitio son estúpidos". (Johann W. Goethe, 1749-1832; novelista alemán)

Pocas anuncios están tan basados en hechos reales como ese en el que, para anunciar un laxante, aparece una señora de viaje organizado que al llegar al hotel puede, gracias al milagroso producto, evacuar a gusto. Reconozcámoslo, en un viaje podemos ver, sentir, tocar, sufrir, disfrutar y aprender muchas cosas, pero de lo que la mayoría no se libra es del estreñimiento. Basta que salgas por la puerta para que el culo (¿se puede decir culo? entre en huelga de esfínteres. Dice un amigo mío que esa es la razón por la que los aviones tienen siempre más puertas de emergencia que retretes, o que en las habitaciones de los hoteles siempre te pongan más toallas que papel del culo. Algo de razón tiene. Y es que hay que reconocer que las tazas de los retretes son como las camas, ya pueden ser todo lo cómodas que quieras, tener los últimos adelantos tecnológicos o hasta ser de oro macizo... que donde esté el de casa...

... PERborato y SILicato

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1407. Viernes, 22 mayo, 2009

Capítulo Milésimo cuadringentésimo séptimo: "Queremos ser más felices que los demás, y eso es dificilísimo, porque siempre les imaginamos mucho más felices de lo que son en realidad" (Charles Louis de Secondat, Barón de Montesquieu, 1689 - 1755; político francés)

En China un hombre decidió casarse consigo mismo. Para que quedara clara su intención se presentó a la boda con una muñeca de tamaño natural vestida para la ocasión, pero con su cara, con la de él, con la del novio. En la ceremonia, a la que asistieron más de cien invitados, el contrayente explicaba su decisión: "Hay muchas razones para casarme conmigo, pero sobre todo lo hago para mostrar mi insatisfacción con la realidad que nos ha tocado. Este matrimonio me reintegra en un todo". La noticia puede sonar rara, sin embargo, no hace falta rascar mucho para darse cuenta que el hombre anda bien encaminado.

No vamos a filosofar aquí y ahora sobre qué es amor, pero cualquier definición por cursi y sosa que sea, (en la que siempre aparecerán conceptos como sacrificio, entrega, amistad, confianza, intimidad, afinidad..etc.) puede aplicarse perfectamente a uno mismo. El hecho de que nadie te va a conocer mejor y nunca vas a conocer a nadie mejor, es la mejor de las garantías a la hora de establecer un proyecto de futuro tan complicado y tan arriesgado como es la convivencia en un matrimonio.

Y en cuanto al sexo (por recurrir al tópico de que si por algo nos caracterizamos es por estar todo el santo día con la líbido a punto.. y porque además hoy es viernes y toca -hablar de-) poca ilustración hace falta. Todos sabemos que por muy bien que cumpla alguien ajeno después de la fogosidad inicial de la tercera vez, quien más y quien menos acaba volviendo a uno mismo para practicar, aprovechando que son pocos los que lo consideran traición, aquello que Oliveira, el protagonista de Rayuela, definía como “Un arte menor al lado del otro, pero de todos modos con su tiempo, acción y lugar, y demás retóricas”. Un arte menor que suele ser el complemento perfecto del mayor a la hora de hacernos la vida un poco más agradable.

Que a falta de pan... Hasta el lunes.

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1406. Jueves, 21 mayo, 2009

Capítulo Milésimo cuadringentésimo sexto: "Confesar a monjas, espulgar a perros y predicar a niños, tiempo perdido". (Refrán español)

Basta observar -no más de tres minutos- a cualquier grupo de niños jugando en alguno de los pocos parques que todavía quedan medianamente sanos, para confirmar aquello que todos los que no tenemos que tratar a diario con ellos sospechábamos, pero que -muy ladinamente- pocos de los que los aguantan se atreven a confirmar: que eso de que la ternura, la bondad, la inocencia y la ingenuidad son atributos que poseen los tiernos infantes sólo por el simple hecho de ser tiernos infantes, es una de de esas afirmaciones que merece un lugar de honor en la ya larga lista de las mayores bobadas de la historia.

Madredelamorhermoso, ¡cómo se las gastan los angelitos!

... globos

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1405. Miércoles, 20 mayo, 2009

Capítulo Milésimo cuadringentésimo quinto: “Una buena conversación debe agotar el tema, no a los interlocutores” (Winston Churchill, 1874 - 1965; escritor británico)

Hay una familia en los EE.UU. que ha decidido boicotear cualquier cosa que sea “made in china”. Una postura que por aquí, acostumbrados como estamos a que cada temporada se le ocurra a alguien lanzar un boicot contra algo de algún sitio, tampoco nos debería de extrañar; en un mundo sin grandes gestas heroicas, son los aspavientos de este tipo los que emocionan a la gente, tanto o más que una demagógica soflama de belénesteban o un discurso de cualquier mitinero en campaña electoral.

Sin embargo no hace falta ser muy listo para notar la sutil, casi imperceptible, diferencia entre sus boicots y los nuestros. Matices que demuestran claramente el por qué del verdadero espíritu americano y su vivaeltroniodeesegranpuebloconpoderío. Aquí a lo fácil. Mucho decir que hay que pasar de comer tomates franceses (que además de ser más pequeños no saben a nada), mucho gritar que a partir de ya hay que sustituir el cava catalán por el orujo gallego (una bebida que, lo mires por donde lo mires, es mucho más de machos que esa mariconada de las burbujitas), pero a ver quien se atreve a hacer un boicot a los productos que tengan impreso el “madeinchina”. Aunque sólo sea por unas horas. Entonces sí que nos íbamos a enterar de lo que es un verdadero reality de supervivencia al límite. No hay huevos.



... el quinto elemento

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1404. Martes, 19 mayo, 2009

Capítulo Milésimo cuadringentésimo cuarto: "Todos deseamos llegar a viejos; y todos negamos que hemos llegado". Francisco de Quevedo, 1580 -1645; escritor español)

Aunque intento echarle la culpa a mi poca práctica con él (no uso nunca el móvil salvo para casos de urgencia) y a que los simbolitos que salen parecen pintarrajeados por algún artista pismoderno, el caso es que cada vez entiendo peor la pantalla del teléfono. De lo de mandar mensajes mejor no hablo. De un tiempo a esta parte enviar un sms se ha convertido en una competición para ver cuantas teclas soy capaz de pulsar simultáneamente cada vez que intento hacerlo sólo con una. El record está en cuatro y subiendo.

Y es sólo el principio. También se me empieza a hacer muy cuesta arriba leer los prospectos de los medicamentos. Justo ahora que más falta me van haciendo. O incluyen una lupa en cada envase o luego que no se quejen si alguien los demanda y tienen que acabar pagando unos pantalones nuevos sólo porque no pudimos leer que la nueva fórmula del laxante hacía efecto en dos horas en vez de en las doce de siempre.

Lo malo es que el tema sólo puede empeorar. Mal está que no pueda trastear con el móvil sin llamar tres veces a recarga de saldo cada vez que quiero hablar con mi compañerodoméstico; mal está que no me entere de que las pastillas de la tos con sabor a limón son incompatibles con los inhibidores de la mao (que sean quienes sean deben de ser muy suyos porque son incompatibles con todo); incluso puedo vivir en la ignorancia (aunque con sed) al no poder leer por su tamaño las instrucciones de la máquina para sacar un café o una cocacola, pero lo que de verdad me duele (jode) es que, por esta decadencia de presbicia y torpeza directamente proporcional a la edad, tenga que ir continuamente mirando al suelo para evitar caer en un hoyo, tropezar con una baldosa mal colocada o darme de bruces con vallas, farolas, bolardos y cuarenta mil cachivaches más, y no pueda (ad)mirar el habitual esplendor que empiezan a desplegar al llegar la primavera los camisetas tres tallas menos (y su culo correspondiente incluido).

O quitan farolas o quitan tíosbuenos, las dos cosas a la vez no... que nos vamos a matar.

... ceporro

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1403. Lunes, 18 mayo, 2009

Capítulo Milésimo cuadringentésimo tercero: “La unión en el rebaño obliga al lobo a acostarse con hambre” (Proverbio etíope)

Pones “amor” en el google y salen más de 191 millones de resultados. Pones “sexo" y apenas te salen 98.000.000.

Se empeñan en decir que los usuarios de internet somos unos cerdos salidos que usamos la red para guarrear y ahora resulta que más del doble lo hacen porque son unos románticos empedernidos.

O eso, o... ¿por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?



... el pescado y el limón

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1402. Jueves, 14 mayo, 2009

Capítulo Milésimo cuadringentésimo segundo: "Nadie prueba la profundidad del río con ambos pies" (Proverbio albanés)

Contra el criterio de los que (todavía) no lo son, nosotros, los viejos (siendo benevolente tal y como está el patio todos los que ya hemos cumplido treintaitantos), no es que tengamos las cosas más claras que los jóvenes, lo único que no tenemos es ganas de discutir.

Las discusiones, cuando pasan los años, fatigan, y uno llega a una edad en la que, salvo algunas (muy, muy pocas) de esas cosas que sabes que nunca vas a admitir (lo que no quiere decir que no las haya hecho, haga o piense hacerlas), lo acaba llevado todo al terreno de la relatividad.

Un planteamiento al que estoy abonado y del que cada vez estoy más satisfecho. Las infinitas posibilidades que en cualquier discusión sobre cualquier tema abre un "sí.. pero no" o un "no.. pero sí" sin ni siquiera romper el principio aristotélico de la no contradicción, y que tan lejos está de las pontificaciones absolutas que solíamos perorar cuando éramos (más) jóvenes, está sido una de las pocas compensaciones que me proporciona el exceso de edad. Y para pocas cosas buenas que tiene, no pienso renunciar a ella.

Hasta el lunes pues, que mañana es San Isidro.

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1401. Miércoles, 13 mayo, 2009

Capítulo Milésimo cuadringentésimo primero: "Para mí, el cine son cuatrocientas butacas que llenar. (Alfred Hitchcock, 1899 - 1980; director de cine británico)

Desde los albores de mi humilde actividad laboral llevo viendo la misma fila de botellines de batidos encima de la cafetera del bar. Hace años estaban artísticamente colocados, se notaba el primor con que algún camarero, posiblemente ya jubilado, los colocó un día que se sintió inspirado. Pero el tiempo, y el sol que cada mañana se empeña en visitarlos, han conseguido su total uniformidad: han pasado de una agradable alternancia rosa-amarillo-rosa a un general blancoóxidocasipálido.

Ayer descubrí que faltaba uno. Y la incredulidad del principio ante semejante descubrimiento ha dado paso a un terremoto de preguntas en mi cabeza. Es verdad que por un momento pensé en lo mal que lo estaría pasando el pobre desgraciado que se lo hubiera bebido –digan lo que digan un lavado de estómago no es una cosa agradable- pero pasado el primer momento de sorpresa ante aquel cambio brusco en mi monotonía diaria ha empezado a preocuparme más cómo van a solucionar el atentado estético que supone semejante desastre. Mal si lo dejan así, no es fácil borrar de la noche a la mañana la imagen de los siete botellines, siete, que te ha acompañado cada día a la misma hora durante años. Peor si se osan poner uno nuevo capaz de romper la uniformidad cromática que tantos años ha constado conseguir.

Es en días como éste, con tan sesudas preocupaciones en la cabeza, cuando uno se declara fiel seguidor (aún más) de la divisa de los estoicos: “Nunca pasa nada y cuando pasa no importa”.



... exorcismos

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1400. Martes, 12 mayo, 2009

Capítulo Milésimo cuadringentésimo: "El que come del fruto del árbol del conocimiento, siempre es arrojado de algún paraíso". (William Ralph Inge, 1860-1954; teólogo británico)

Hay cierto programa en la televisión vespertina -de nombre tan largo como absurdo- empeñado en demostrar que sí, que es verdad, que existe un grupo todavía más bobalicón e insustancial que el de las barbies rubias: el de aguerridos kent intentando conseguir su minuto de gloria.

Algunos entienden (a sus semejantes) y la mayoría no se entiende ni a sí mismos, pero todos usan el mismo cliché estético: depilación a la cera, tableta de chocolate hasta el cuello, peinado de puerco espín y tatuajes varios distribuidos ordenadamente desordenados. Con todo, lo peor de estos chicos no es su falsa apostura, sino su escasez de sustancia. Lo digo en serio, comparada con uno de ellos, hasta Leticia Sabater parece Marie Curie.

Vale, que sí, que si alguno me cayera cerca no iba a andar yo con remilgos (al fin y al cabo tampoco lo querría para hablar de la fisión atómica), y es verdad que puede ser que todo este sermón no sea más que pura y dura (snifff) envidia. Pero yo sigo en mis trece: antes que a cualquiera de ellos prefiero un bombero que trabaje por las tardes de descargador en Mercamadrid. O varios. Como de aquí a Pernambuco, vamos.

... toga negra

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1399. Lunes, 11 mayo, 2009

Capítulo Milésimo tricentésimo nonagésimo noveno: “Evita la conversación de aquellas personas cuya palabra, en vez de ser trabajo, es placer. Los grandes parlanchines suelen ser espíritus refinadamente egoístas, que buscan nuestro trato, no para estrechar lazos sentimentales, sino para hacerse admirar y aplaudir". (Santiago Ramón y Cajal, 1852 - 1934; médico español)

En una de sus habituales audiencias, Felipe II recibió a dos comisarios de una comunidad que iban a pedirle cierta merced. Uno de ellos era un charlatán y habló tanto que Felipe II cogió un soberano dolor de cabeza. Terminada la perorata, la educación obligó al rey a preguntar: “¿tienen algo más que añadir?”, a lo que el otro comisionado dijo: “Señor, nuestros superiores nos han encargado que, si no nos concede lo que pedimos, mi compañero le repita su discurso de la primera a la última letra”. Divertido por la amenaza, Felipe II accedió a la petición.

Todos los que de una u otra manera tenemos que trabajar tratando/aguantando gente, padecemos varias veces al día a alguien intentando poner en práctica el truco que le gastaron al monarca. Pero ni somos reyes ni, sobre todo, cobramos lo que ellos.

¿Cuándo se va a enterar el personal que el “tiene algo más que decirme” no es más que una pregunta retórica?

... rocambolesco

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1398. Viernes, 8 mayo, 2009

Capítulo Milésimo tricentésimo nonagésimo octavo: "Encanto más talento más una ligera informalidad, le ayudarán mucho al principio; pero al final de cuentas, es la brevedad la que conquista el corazón del público." (R. Cheney, 1941; profesor de comunicación estadounidense)

Siempre me ha parecido que el sexo rápido, el aquí te pillo aquí te mato de toda la vida, entre dos o más personas que ni se conocen, ni ganas de conocerse (y que posiblemente no se volverán a ver nunca), es una opción, con permiso de la neisseria gonorrhoeae y demás compañeros de fatiga, tan valida como cualquier otra.

Pero siempre le he encontrado un gran problema: el que los sexólogos modernos les ha dado por llamar post-coito y que los demás, de toda la vida, hemos llamado momento cenicienta. Justo aquel en que el sexo deja de ser un impulso y se convierte en una plasta, justo aquel en el que, tumbado en la cama, lo único que te apetece es largar a ese cuerpo extraño que tienes al lado.

Porque en los post-coitos de este tipo no se habla, sólo se padece. ¿De qué se puede hablar? ¿No es de mal gusto preguntar si le gustó? ¿Acaso si no le gustó te lo van a decir? Es verdad que si todo va como debiera, la incomodidad no debería de durar más de unos minutos (los mismos que tarde el más rápido en vestirse) pero por pocos que sean, se hace muy duro soportar esa repentina mezcla de timidez y retraimiento que se produce y que se va agravando según pasan los segundos, unos segundos en los que no haces otra cosa que preguntarte una y mil veces cómo podía ser que aquella calabaza que tienes delante hubiera sido, apenas unos momentos antes, una impresionante carroza.

Con razón las señoritas putas siempre cobran por adelantado.

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1397. Jueves, 7 mayo, 2009

Capítulo Milésimo tricentésimo nonagésimo séptimo: "Todos dicen que el perdón es una idea maravillosa, hasta que tienen algo que perdonar" (Clive Staples Lewis, 1898 - 1963; escritor irlandés)

Habrá quien no se acuerde, pero antes de ser tan modernos la gente que quería sacar dinero tenia que ir a su banco y, después de rellenar unos papelitos en los que había que firmar por duplicado y hacer la correspondiente cola, un señor de carne y hueso con cara de forzoso adicto a los laxantes, te lo acababa dando. El trasiego de clientes era tal (y los señores estreñidos tan lentos) que las colas que se formaban hacían que quien sacaba o ingresaba su capitalito siempre tuviera una nariz encima de su hombro enterándose hasta de los plazos que te faltaban para acabar de pagar la lavadora.

Por eso, a los bancos, tan suspicaces con estas cosas de la intimidad (ajena), se les ocurrió poner en el suelo unas tiritas de colores chillones en los que, con letras todavía más aparatosas, se podía leer algo así como “espere aquí su turno”. El resultado no se hizo esperar y, salvo algún despistado y el habitual rebelde porqueelmundomehahechoasí, la gente empezó a cumplir a rajatabla el mensaje.

Pero llegaron los cajeros automáticos y, aunque su número es infinitamente superior al de los señores estreñidos y su horario se extiende por el infinito y más allá, las colas delante de ellos volvieron a aparecer. Normal. Entre los lentos que son (a ver si va a ser verdad aquello que dicen de que dentro de cada uno hay un jubilado bajito que comprueba hasta cien veces la cantidad que le has pedido), que a todos se nos ocurre sacar dinero a la misma hora, y que de los noventa y cinco que hay en el barrio sólo funciona uno, pocas veces puedes teclear tu idolatrada clave sin que tengas que intentar preservar su intimidad de mil ojos indiscretos.

Ante un mismo problema, una misma solución. ¿No podrían poner las banditas de colores con el famoso mensaje en la calle? Ya sé que las aceras son de los ayuntamientos, pero conociendo los escrúpulos de éstos (y, sobre todo, su escasez de fondos... ¿alguien ha dicho algo de un impuesto nuevo? Sí, sí, sí, aprobado!!!) seguro que tampoco iban a poner muchos problemas.

Y es que uno empieza a tener una edad en la que disimular los años es ya tarea (la tarea) prioritaria. Y de nada sirve que cada mañana, intentando aparentar seis meses menos, te pongas la baba de caracol, tres hidratantes, seis antiarrugas, dos rodajas de pepino del amazonas y una capa de concha de nacar a la rosa mosquera, si luego, cada vez que uno va al cajero y teclea su clave, todo el vecindario se entera del año en que has nacido. No es justo.



... quedándose en blanco

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1396. Miércoles, 6 mayo, 2009

Capítulo Milésimo tricentésimo nonagésimo sexto: "Si alguna vez ve saltar por la ventana a un banquero suizo, salte detrás. Seguro que hay algo que ganar" (Voltaire, 1694 - 1778; escritor y filósofo francés)

Todos sabemos su importancia y, sin embargo, el poder de la belleza es objeto de una verdadera represión colectiva. En las facultades de Pedagogía es casi un tema tabú enseñar lo evidente: el refuerzo positivo que en la escuela reciben los niños guapos. Ni tan siquiera en las facultades de Derecho se enseña hasta que punto la belleza de los acusados puede condicionar la sentencia que dicta el juez. Pero aunque nuestro entendimiento se encargue de restarle importancia, la belleza es la responsable inconsciente de muchas de nuestras decisiones. Lo mire uno por donde lo mire, los guapos lo tienen más fácil.

Además, y para más inri, la respuesta de la ciencia no deja lugar a dudas: la belleza no es relativa. En todas las clases sociales, en todas las culturas y en todos los continentes, con independencia de la edad, la profesión y el sexo, se consideran atractivos los mismos rostros. Es cierto que existen gustos, modas y manías muy diferentes. No hay un único ideal estético, sino seis mil millones. Sin embargo las coincidencias son asombrosamente grandes y aunque los dialectos de la belleza sean diferentes, su lengua es la misma. Todos tienen un núcleo duro en común y hay un consenso universal que une distintas épocas y culturas. Nuestro sentido de la belleza se basa en principios firmes, en normas y reglas fijas de validez universal. A pesar del gran número de variables, la fórmula de la belleza tiene constantes que son eternas. Por esa razón Nefertiti impresiona ahora de la misma manera que hace miles de años y el David de Miguel Ángel nos sigue pareciendo tan extraordinario como a sus contemporáneos.

¿Y qué nos queda a los feos? Pues ponernos de acuerdo en que existe una belleza interior por más que ya en el siglo X, Odon, abad de Cluny, escribiera aquello de “... la belleza no va más allá de la piel. Si los hombres vieran lo que hay debajo de la piel de las mujeres el mundo se hubiera acabado hace siglos”. Es evidente que una persona resulta atractiva no sólo por su apariencia. La actitud, la gesticulación, la mímica, la voz, el olor, la vitalidad, el ingenio, la compasión o la inteligencia son al menos tan importantes para el atractivo de una persona como su aspecto. Hay bellezas que se evaporan en el momento en que el bello o la bella de turno abren la boca. Pero a ellos para deslumbrar les basta con no abrir la boca mientras que los demás aunque la abramos, solemos pasar más desapercibidos que Ágata Ruiz de la Prada en un desfile de carnaval.

La belleza es un insulto a uno de nuestros valores más sagrados: el que afirma que todos los seres humanos comienzan a vivir con las mismas oportunidades. Por eso, alguien debería hacer algo: subirles los impuestos, que les resulten más caras las cañas, prohibirles que liguen entre ellos, declararlos de utilidad pública, nacionalizarlos para uso y disfrute del resto, que se pudieran recetar en la atención primaria... no sé, algo. ¿No hay un Ministerio de Igual-dá para eso?, pues que se pongan las pilas ya.

... cucharas

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1395. Martes, 5 mayo, 2009

Capítulo Milésimo tricentésimo nonagésimo quinto: "El que afirma que no se puede hacer no debe interrumpir al que lo está haciendo". (Refrán polaco)

El papel higiénico como tal (más conocido por papeldeculo) fue inventado en 1857 por Joseph Gayetty en Nueva York. Antes de esa fecha se usaba para dicho menester (en cuestiones de papel) uno que por sus propias características parecía lógico que se destinara a eso: el papel de periódico. Sin embargo, Gayetty padecía hemorroides y el cuarto poder le resultaba demasiado agresivo. Por ello patentó el "papel medicado Gayetty", un papel de manila suave y cubierto por una fina capa de medicamento que evitaba las rozaduras. Fue el comienzo de todo, el principio de una gran amistad.

Y uno no tiene más remedio que preguntarse cómo tantos años después no se reconoce el mérito a tan creativo inventor, cómo puede ser que el mundo no esté lleno de estatuas dedicadas a su persona, cómo su vida no se estudia en las universidades más prestigiosas, o cómo el día de su nacimiento no se considere fiesta nacional. Si hubiera un mínimo de justicia reconocerían a Gayetty como una de las personas que más han contribuido al bienestar de la humanidad.

En fin, hasta el lunes.

... furias

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1394. Lunes, 4 mayo, 2009

Capítulo Milésimo tricentésimo nonagésimo cuarto: "El clavo que sobresale siempre recibe un martillazo" (Proverbio chino)

Andamos estos días revueltos con la mal llamada gripe de los cerdos (el H1N1 tiene elementos de la gripe humana, la porcina y la aviar) igual que hace unos meses andábamos con la de los pollos y hace otro tanto con las vacas (¿las noticias de las epidemias siempre se han parecido tanto unas a otras, o es uno, que se ha vuelto insensible?) y pocos son los que no se conocen al dedillo cuantas veces tienen que estornudar antes de salir corriendo a urgencias. Nunca ha sido tan fácil, tan rápido, ni tan cómodo estar informado.

No se trata de quitarle importancia a algo que, evidentemente, la tiene. Sin embargo, ¿cuánta gente se acordará de semejante historia dentro de unos meses? Casi nadie. Porque lo que de verdad nos importa, lo que de verdad recordamos como marcas en la vida, son las cosas que nos suceden a nosotros. Y a todos nos suceden cosas: uno acaba de tener un hijo, el otro enterró a su padre, este encontró trabajo y para aquel esta fue la semana en la que le despidieron del suyo. Ésos sí son los hechos trascendentales que recordaremos. Incluso para el que acaba de perder al amor de su vida, este año pasara a la historia como el del desamor y no como el de la gripe de los cerdos.

Suena cruel, pero es lo normal. Los hechos particulares siempre son más determinantes en nuestras vidas que guerras, epidemias, terremotos, grandes gestas deportivas, o teatrales cambios de gobierno. Y nadie se siente egoísta por ello. Ni tan siquiera aquel, al que algo tan insignificante para el resto de la humanidad como es haberse separado de su pareja, le ha entristecido más que todas las catástrofes, naturales o antinaturales, del mundo.

... copos

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