1244. Martes, 2 septiembre, 2008

Capítulo Milésimo ducentésimo cuadragésimo cuarto: "El adulterio es justificable: el alma necesita pocas cosas; el cuerpo muchas" (George Herbert, 1593-1633; poeta inglés)

Desde que en 1962 un psicólogo, Boris Levisón, publicara un estudio hablando de los beneficios que para los niños problemáticos podía tener la compañía de un perro y, sobre todo, desde que en 1978 se demostrara un aumento de la esperanza de vida en aquellos pacientes que habiendo sufrido un ataque al corazón convivían con una mascota, pocos expertos niegan los beneficios afectivos, sociales y terapéuticos que proporciona compartir la vida con un animal.

Y en algo coinciden todos: cuanto más estrecha sea la relación con el bicho más ventajas existirán.

Lo que ya no dice casi ninguno de tan sesudos, formales y rigurosos estudios sobre el tema son los posibles riesgos que una convivencia demasiado estrecha con un animal puede acarrear.

En el siglo XI, el conde italiano de Gulielmus podía presumir de tener una esposa insaciable y un mono como mascota llamado Maimo.

La insaciabilidad de la esposa, unido a la avanzada edad del conde -que no podía cumplir sus deberes conyugales con la frecuencia que su mujer requería, había llevado a ésta, con el consentimiento de su esposo, a convertir al mono en su amante.

Sin embargo, con el que no habían contado era con el consentimiento del mono. Cuando éste pilló a los condes en la cama, le dio un ataque de celos y golpeó al conde hasta matarlo.

Después de cornudo.. apaleado.

... tenis

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