1195. Martes, 3 junio, 2008

Capítulo Milésimo centésimo nonagésimo quinto: "Copiando a todos los demás todo el tiempo, el mono un día se cortó su propia garganta" (Proverbio africano)

La decisión está tomada. Bajas al supermercado de enfrente y entre miles de cajas coges la que tiene la foto de la señora más sonriente y con el pelo más negro. Las nieves del tiempo más que platear mi sien la ha empezado a dejar blanco nuclear. Y a ciertas edades todo lo nuclear es peligroso. Además, si algo falla se va en seis lavados. Dicen.

Primer paso, prepararlo todo. Es lo que tienen la primera vez que uno hace algo, es la única dónde intentas organizarte y hasta procuras seguir las instrucciones. Busco el reloj de horno con forma de huevo color lila, ése que no he usado en mi vida, y una toalla para poner encima de los hombros, eso sí, vieja, que aunque en los ocho días de oro de la quincena blancolor hay un montón de ofertas tampoco es plan de estropear una de las buenas. Manos a la obra.

Primera dificultad, los guantes de plástico que trae no sirven. Intento meter dedos pero parece que no hay agujeros suficientes, digo yo que como parecen de dibujos animados quizá sólo tengan para cuatro. Me rindo enseguida y voy a por unos de latex que tengo en el cajón. Sí, es verdad, tengo varias cosas de latex en casa. Guantes también.

Hay que mezclar el líquido A con el líquido B y agitarlo. Lo mezclo, lo agito, y aquello cambia a un color rojo que empieza a no gustarme demasiado, hasta me da un poco de miedo. Resisto la tentación de salir corriendo. Estoy demasiado ocupado intentando que la toalla no deje ningún agujerito como para prestarle mucha atención a un color. Dice la caja que hay que aplicarlo sobre el pelo limpio y húmedo. Allá voy. La sensación de mojarme el pelo con los guantes de latex hace que me chirríen los dientes.

De pronto me miro en el espejo, me veo desnudo, con una toalla vieja en los hombros y unos guantes de latex en las manos. Me asusto mucho, me siento y espero a que se me pase. Cojo el líquido, que ya va poniéndose de un extraño color vomito de perro con gastritis, y lo dejo caer por el lavabo pensando... !pobres mujeres, lo que tienen que aguantar..!

... !qué película tan bonita!

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