1155. Jueves, 3 abril, 2008

Capítulo Milésimo centésimo quincuagésimo quinto: “Cuando estoy entre locos, me hago el loco". (Diógenes de Sinope, 413-323 a.C.;filósofo griego de la escuela cínica )

Tras casi seis años escribiendo aquí cada mañana, no hará falta recordar del pie que cojea uno, no obstante, matizo: nunca he ejercido mi derecho al voto. Soy huérfano de partido político y se nota. Dicen que no debería abrir la boca sobre el resultado de las elecciones porque no he contribuido como ciudadano. Visto así resulta que soy un despojo de presunto votante y la gente me señala por la calle. Se lo noto en la mirada.

Pero por más que lo intento no le cojo yo el tranquillo a estas historias. Siempre me han molestado las cuadrículas y aquí, los amigos, se empeñan en llevarlas a rajatabla. A su interés. Invariablemente siempre hay dos bandos: el mío bueno, el tuyo malo. Reniego cada vez que me hablan de política y, sobre todo, de los políticos, unos señores metidos continuamente en tabernarias disputas –sólo de cara a la galería- que dicen hablar de ideales. Cómo si acaparar dinero al grito de ¡sé de nosotros danos tu voto! fuera algún ideal.

Yo les botaría pero así, con B



... hasta la muerte y más allá.

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