1151. Viernes, 28 marzo, 2008

Capítulo Milésimo centésimo quincuagésimo primero: "No se besa como si se desatascara una pila". (Eusebio Poncela a Antonio Banderas en la Ley del Deseo. Pedro Almodovar, 1986)

Hay quien llega al orgasmo con sólo besar a su pareja. Algo que puede ser, según y cómo, una absoluta bendición o el más completo de los desastres.

Tampoco es tan raro. No digo yo que sea frecuente pero raro, raro.. Ya en muchos tratados sobre erotismo se habla del labio superior como una de las zonas más erógenas. Incluso en alguno se hace referencia a cierto canal nervioso que en las mujeres uniría directamente ese labio con el clítoris. Es verdad que en los libros de anatomía humana no aparece tal canal, pero en cambio sí se menciona en el Kamasutra cuando explica lo extremadamente placentero que puede resultar un beso en el que el hombre estimula el labio superior de su compañera, mordiéndolo y succionándolo levemente mientras ella juega con el labio inferior de él. Y a ver, ¿a quién vamos a dar más credibilidad, al libro entre los libros o a uno que está lleno de dibujitos de tripas de muerto? Pues eso.

Sea como sea, las ventajas de los besos están más que acreditadas. Y las de sus beneficios, también. Y no hablo ya de aquello que decía Mercedes Milá sobre que hacerlo con un fumador es como chupar un cenicero (una experiencia que de otra manera pocos llevarían a cabo) sino de sus ventajas para la salud. Con uno normalito la presión arterial puede aumentar de 80 a 160 pulsaciones por minuto, el corazón se pone a bombear un litro más de sangre y, si se trata de uno de esos que tú y yo sabemos, llega a provocar cambios tan bruscos en el organismo que, según dicen los que estudian estas cosas, puede acortar nuestra vida hasta en dos minutos. Pero ¿qué es un par de minutos ante tal derroche de sensaciones?

Hasta el lunes.

... más "historias extra-ordinarias" todo el fin de semana.

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