1046. Miércoles, 3 octubre, 2007

Capítulo Milésimo cuadragésimo sexto: "Jamás ha habido un niño tan adorable, que su madre no quisiera verlo dormido". (Ralph Waldo Emerson, 1803 - 1882; escritor, filósofo y poeta estadounidense)

Me levanto filosófico. Si la naturaleza se ha tomado tanto trabajo en diseñar estrategias para que todo funciones dentro de un orden razonablemente lógico, ¿por qué diantres se ha olvidado de los humanos? Si hasta la más pequeña de las plantas es capaz de organizarse su vida tan ricamente, ¿por qué nosotros, que poseemos una inquietud autopensante a la que llamamos conciencia, y un puñado de neuronas ajetreadas, y memoria, y deseos de futuro; por qué nosotros, supuestos reyes de la creación, nos montamos la existencia tan rematadamente mal?

Cualquier organismo vivo parece saber a la perfección lo que le conviene; pero los seres humanos somos autodestructivos, inseguros, confusos. Ni tan siquiera hace falta mencionar las guerras, las hambrunas, las tiranías y los genocidios para comprender que somos un desastre. Basta con mirar el día a día, la cotidianidad más simple y más común. La ignorancia con la que nos enfrentamos a la vida, el vaivén absurdo de sentimientos, los celos -profesionales o amorosos-, los miedos -físicos o metafísicos-; las ambiciones siempre desmedidas, absurdas, inalcanzables.

No voy a entrar aquí e a discutir si todo el ingenio en el que se mueve la naturaleza responde a un plan, esto es, si existe un dios, o si la sabiduría biológica responde simplemente a las ciegas leyes darwinianas. A decir verdad, resulta más macabra la idea de la existencia de un dios que la de la nada, porque tal y como están las cosas en el mundo es de temerse que ese dios creador tenga muy mala leche, o que sea tal vez un dios loco o un bromista con poquísima gracia. Un tipo muy poderoso y no muy recomendable, en cualquier caso. Alguien capaz de crear una amanecer cada mañana, pero que al mismo tiempo nos deja sumidos en la más absoluta torpeza a los humanos, no parece una divinidad muy de fiar.

Ni caso. Mañana será otro día.

... un trabajo no apto para sordos.

Todos los "capítulos" de "tantos hombres y tan poco tiempo"

No hay comentarios: