1038. Viernes, 21 septiembre, 2007

Capítulo Milésimo trigésimo octavo: " La infidelidad es como estar de socio con alguien y robar dinero de la caja". (Fernando Sabino, 1923 - 2004; periodista, escritor y político brasileño)

Habría que empezar definiendo el término infidelidad (entre los lozi se considera adulterio que un hombre camine por el mismo sendero junto a la esposa de otro) Pero, disquisiciones semánticas aparte, parece claro que a casi nadie le gusta que le pongan los cuernos.

El problema es cómo saber que te los están poniendo. Naturalmente puedes tener sospechas (en Internet hay mil y una páginas dedicadas a contar con detalle signos más o menos evidentes) pero existen pocas, muy pocas pruebas que sean capaces de demostrar el asunto con una total e inequívoca fiabilidad.

Hoy en tantos hombres y tan poco tiempo, una nueva entrega del peluche práctico titulado: "Las rodillas, el peor enemigo de los infieles. Sin duda el método definitivo para saber si te los están poniendo, o no (los cuernos)".

Los mong-nkundo, una tribu de esas que por andar en taparrabos todo el día más "problemas" tienen a la hora de controlarse con las propiedades ajenas, someten a los varones de la tribu -justo después de casarse- a una especie de reclusión ritual durante unas cuantas semanas. A partir de aquí están pillados. Si comete adulterio durante ese tiempo, dañará a los hijos que pudiera tener. Si lo hace después de ese tiempo, su acto no tendrá consecuencias para su hijo a menos que lo siente en sus rodillas el mismo día que ha pecado.

Huelga decir que las madres insisten en sentar a los hijos en las rodillas de sus maridos y que interpretan las negativas como un prueba evidente de que les han sido infieles. Toda una versión casera -e infalible- de la "maquina de la verdad" al servicio de los siempre eternos, indestructibles y sagrados valores de la familia.

Hasta el lunes.

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